Cada mercado presenta un selecto grupo de futbolistas llamados a cambiar de equipo. Aquellos nombres que, después de protagonizar una temporada de matrícula, son un fichaje obligado para cualquier club que se lo pueda permitir. Matt O’Riley es uno de los miembros del recién bautizado ‘clan de los sobresalidos’. El centrocampista del Celtic ha marcado 19 goles y asistido en otros 18 el pasado curso. Ha sido el MVP y campeón de liga y copa de Escocia, organizador por defecto del equipo de Glasgow y máximo artillero y asistente del mejor club del país. Todo esto jugando de interior, por detrás la línea de atacantes, e incluso en un doble pivote durante varios tramos del campeonato.

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Matt O’Riley, tras anotar en el 90’+7 / Celtic.

La temporada de Matt es sencillamente espectacular. Para enmarcar. Digna de los mejores. Nacido en Londres en noviembre del 2000, O’Riley decidió representar a Dinamarca tras formar parte de las categorías inferiores de the Three Lions. No anduvo fina la federación inglesa ahí. Quienes sí lo estuvieron fueron las oficinas del Celtic cuando lograron la firma del entonces inexperto centrocampista por menos de dos millones de euros. Un par de años más tarde, el interés de los grandes de Europa es inevitable. Atalanta, Atlético de Madrid y Juventus ya llevan meses anhelando su incorporación. Sin embargo, visto el nivel ofrecido, Matt O’Riley debería ser objetivo prioritario para cualquier entidad que mire hacia arriba.

En Glasgow son conocedores del talento de O’Riley. Ni se le tasa ni se espera su marcha. Pero todo tiene un precio. Es una eminencia ofensiva que destaca en su facilidad para inventar pases progresivos, crear ocasiones, y emprender conducciones rompedoras. Además de su gran aporte en goles generados. A esto se le suma su capacidad defensiva. Fuerte en bloqueos, hábil en intercepciones y útil en despejes. Sus 189 centímetros de estatura le proveen de provechosas dotes físicas que explota en cada duelo. Bajo estas magníficas condiciones, ubicamos a O’Riley entre uno de los fichajes obligados del verano. Los clubes deben invertir en él antes de que su precio se desorbite, porque a pesar de la altura, parece que el bueno de Matt aún no ha tocado techo.