Kevin de Bruyne es humano. También comete errores, se equivoca. A veces conviene recordarlo. Estamos demasiado acostumbrados a su perfección sobre el verde. Lo tenemos tan normalizado que se le exige el máximo en cada temporada, en cada partido, en cada acción. Aun así, difícilmente decepciona. Sigue maravillando a público, rivales y compañeros jornada tras jornada, entreno tras entreno. Y, con todo, por increíble que parezca, se trata de un chico normal. De los que tienden la ropa, cocinan y sangran.
De Bruyne nos hace olvidar con excesiva frecuencia que pertenece al mundo terrenal, reino de fallos e imperfecciones. ¿Cuántas veces se habrá llevado Pep las manos la cabeza por culpa del belga? Se cuentan en decenas. Quizás centenas. La precisión quirúrgica que le caracteriza no dejará de asombrarnos. Un futbolista capaz de otorgar 31 goles a sus compañeros en una sola temporada, regalando asistencias que suponen medio gol y que se alejan de lo mundano. Un buen jugador encuentra espacios minúsculos por donde intentar pases milimétricos. En cambio, el mejor se los inventa. Y a estas alturas, no cabe duda de que mejores que Kevin hay más bien pocos.
Más allá de las cifras de un futbolista que no baja de los dobles dígitos, de Bruyne lo es todo en un equipo. Es el playmaker por excelencia de la Premier League, la liga más vista del planeta y de la que ya es el mejor futbolista de su intensa historia. También es el líder y jugador franquicia de un Manchester City consolidado como una de las generaciones más sobresalientes y exitosas del fútbol inglés. Pionero en Bélgica en hacer ver fácil lo que nadie se atreve a intentar. Y, así pues, el más ostentoso y sabroso caviar en lo que a este deporte refiere.
Disfrutar de ver al dorsal 17 tocar el balón es un lujo limitado. Como ocurre con todo, el paso del tiempo nos arrebata el gusto de deleitarnos con los más grandes genios del fútbol mundial. Ahora es el momento de apreciar el arte que Kevin pincela en cada encuentro. Porque, aunque no lo manifieste cuando se calza sus nike, de Bruyne ya soplará 33 velas la próxima temporada. Y eso otorga aún más mérito a lo que hace. También falla y comete errores, por cierto. A veces conviene recordarlo.