El lavado de cara del Granada tiene nombre y apellidos. Alexander Medina, popularmente conocido como el ‘Cacique’, es el responsable de la revolución en el equipo nazarí. Han llegado incorporaciones desde la portería hasta la delantera, pasando por el centro del campo y sin olvidar la defensa. Ahí, en esa última línea antes de enfilar puerta, es donde reside su fiel mosquetero: Bruno Méndez. El entrenador uruguayo ató a su compatriota al poco de aterrizar en la ciudad de la Alhambra, quien no se negocia en sus alineaciones.
Perfil charrúa
Todo entrenador tiene su ojito derecho. Ese futbolista que entiende su estilo y lo comparte. En este caso, no es arriesgado afirmar que Bruno Méndez es la extensión del Cacique sobre el terreno de juego. Es un zaguero luchador, con toneladas de carácter y pinceladas de otras tantas cualidades. Rebosa liderazgo y, por supuesto, goza de la garra uruguaya que, evidentemente, enamora a un técnico uruguayo. Se trata de un central pragmático, de los de la vieja escuela. Se olvida de adornos y se enfoca en despejar, anticipar, interceptar y recuperar balones. Un defensa como mandan los cánones.
De Montevideo para el mundo
Este uno de enero inició su primera aventura en el continente europeo. Con solo 24 años, ya son casi 200 partidos los que avalan su carrera como profesional. Ha disfrutado del fútbol en Uruguay, Brasil y ahora en España. También ha pasado por la selección uruguaya y sus respectivas categorías inferiores, en las que se ha tuteado con superestrellas como Ronald Araújo y Darwin Núñez. Esta dilatada experiencia ha sido la que le ha curtido para convertirse en la persona y el jugador que es a fecha de hoy. Un tipo valiente que suda hasta que suene el silbato y trabaja hasta que vuelva a sonar. Así hace Bruno para repetir en el once finde tras finde, pues la realidad es que tiene enamorado al Cacique desde el primer día.